Aquí os dejo el video resumen de la MDS del ultra trail DesafiOSOmiedo, que he corrido el pasado fín de semana. Como siempre una carrera espectacular, que discurre por uno de los parajes que más me gustan de Asturias y donde disfruto un montón.
Fueron un total de 45 km y 5000 metros de desnivel acumulado, en una primera parte bastante corrible y una segunda parte algo más técnica, sobre todo en las zonas de bajada, pero que tampoco podemos considerar de algo extremo. Son el tipo de carreras en las que disfruto y las que más me apetecen correr.
La salida se realiza sobre las 9:30 horas desde Valle de Lago, un pequeño pueblecito a 11 kilómetros de Pola de Somiedo, lugar donde está ubicada la meta y punto neurálgico de la carrera, porque es allí, donde se realizan todos los actos y se ofrecen todos los servicios del DesafiOSOmiedo durante todo el fin de semana. No obstante, en esta edición, salimos alto retrasados a la espera de que llegara el último autobus con corredores desde Pola de Somiedo, ya que el acceso hasta Valle de Lago es muy estrecho y al final somos muchos los que subimos y es complicado dar agilidad en este tipo de terreno.
En esta ocasión la segunda parte de la carrera se me hizo bastante larga. En primer lugar por el calor, sobre todo recorriendo la subida encajonada al salir de Saliencia. Y en segundo lugar porque fuí con el pie tocado debido a pisar con todo el talón sobre una piedra en punta ... veremos a ver como recupero de esto último; ahora mismo, mientras escribo estas líneas todavía puedo notar que está dolorido y algo resentido.
Sín más aquí os dejo el video:
domingo, 31 de julio de 2016
domingo, 26 de junio de 2016
lunes, 11 de abril de 2016
CRÓNICA INATEL PIODAO ULTRA TRAIL
El pasado 2 de Abril corrí la primera carrera larga de la temporada. Esta vez crucé las fronteras nacionales y me fuí hasta Portugal aprovechando para cogerme algunos días de vacaciones, lo que también me permitió descubrir con tranquilidad una zona espectacular en tierras lusas.
Estos días por la zona me sirvieron para conocer algunos tramos de la prueba, algo siempre interesante, y me permitió ver que la salida iba a ser rápida y algo peligrosa por el terreno estrecho y en bajada hasta la aldea de Piodao.
La prueba comienza elevada sobre Piodao, desde el hotel Inatel, ofreciendo una buena panorámica de la aldea con su escalonada agrupación de casas de negra pizarra, ventanas blancas y marcos de color azul, que entran en contraste con las pequeñas iglesias blancas. La panorámica es muy vistosa y nos permite viajar en el tiempo a otras épocas. Pero aunque Piodao es el lugar más afamado dentro de esta zona de aldeas típicas portuguesas, durante los 50 kilómetros de carrera descubriremos otras pequeñas aldeas llenas de encanto, donde las gentes mantienen una forma de vida casi ancestral y parecen verse ajenos a que la carrera pase entre sus callejuelas negras.
Llego pronto a la zona de salida para coger un buen sitio para dejar el coche. Este tal vez sea el punto más importante a mejorar por la organización ya que la zona no ofrece ningún parking adicional a los ya excasos existentes, por lo que, si no llegas pronto dejas el coche ocupando media carretera. Tampoco parece tener mayor problema este punto, ya que lo hace todo el mundo a pesar de todos los medios de seguridad que hay en la zona, que en ningún momento dijeron nada ni tomaron ninguna medida.
La salida tal y como era de imaginar, fué rápida y agitada. No parece que nos queden 50 kilómetros por delante y de forma vertiginosa descendemos hasta las calles de Piodao. Entre senderos con subidas y bajadas enlazados con escaleras de piedra y entre pequeñas agrupaciones de casas vamos recorriendo los primeros kilómetros a buen ritmo. Controlo pulsaciones para no pasarme y pagarlo más adelante.
Llegamos a la aldea Chas de Egua, kilómetro 5 de la prueba. Cojo un trozo de naranja en el avituallamiento sin prácticamente parar. Desde aquí dejamos la zona más estrecha y enrevesada en busca de una pista ancha y larga que durante 5 kilómetros nos permitirá acumular unos 700 metros positivos, con una pendiente constante que te permite correr pero que te va quemando poco a poco.
En la cima, dejamos la pista y nos metemos en un sendero con piedra, no muy técnico y que tampoco pierde gran desnivel en su inicio, lo que permite seguir a buen ritmo durante bastantes kilómetros sin dar tregua para beber o comer algo.
Tras un repecho, sobre el kilómetro 12, la bajada se vuelve algo más técnica y con mayor pendiente en busca del segundo avituallamiento en la aldea de Malhada Chá.
Relleno los bidones, como un trozo de plátano y cojo un puñado de frutos secos que me voy comiendo en los siguientes metros según dejo atrás las calles de esta pequeña aldea y me aproximo a las primeras rampas de otra dura subida que me hace ir ganando metros con un camina-corre conservador, ya con la mirada fija en los molinos de viento que pueden verse en la zona alta de la subida.
Una vez que se deja atrás la estrecha y pedregosa senda que tomamos en las afueras de Malhada Chá, accedemos a una pista que permite correr algo más constante, solo siendo necesario hacer pequeñas paradas para caminar y recuperar un poco el aliento y no gastar de más.
Al final de la subida alcanzamos la cota máxima de la prueba, situada en los 1400 metros, habiendo añadido 600 metros de desnivel positivo. La pista continua por algo más de 2 kilómetros, ahora por vertiginosa bajada donde hay que ser cauteloso con no cargarnos mucho, ya que aquí se vuela y en algunos momentos voy por debajo de 4 min/km sin darme prácticamente cuenta.
La parte final de la bajada es muy empinada, lo que junto con un terreno movido y bastante piedra suelta, la hacen bastante técnica y exigente para los cuadricepts.
Estoy a punto de alcanzar la mitad de la carrera. El terreno se vuelve algo más rompepiernas con subidas y bajadas por sendero en busca de un pequeño tramo de carretera que nos servirá de enlace para llegar a la aldea de Covanca.
En Covanca paro en un pequeño avituallamiento a coger un poco de agua y aprovecho para tomarme el primer gel (Hydro gel de PowerGel).
Más terreno de piedra, subidas y bajadas y otro enlace de algunos metros por carretera nos acercan al kilometro 30 de carrera, coincidiendo con la entrada en otra nueva aldea: Fórmea.
Aquí el avituallamiento es un lujo, Hay absolutamente de todo incluyendo, frutos secos, galletas, frutas, miel, bocadillos de carne a la barbacoa. No suelo comer tan sólido en las carreras ... pero en esta ocasión, extrañamente, a mi cuerpo le apetece y cojo un trozo de bocadillo que me voy comiendo en la escalinata que nos eleva por encima de la pequeña aldea ... me sabe a gloria. También me ofrecen cerveza ... pero eso va a ser un exceso.
Con mi bocadillo subo las escalinata que nos eleva sobre el pueblo para ir en busca de una subida que exige andar y andar durante unos 3 kilómetros de una subida que se pega y se hace larga, muy larga.
Tres kilómetros de subida de esas que se pega, por zona técnica y un inclinación pronunciada, es el siguiente hito que hay que superar. No queda más remedio que andar, andar y andar, es lo que tengo por delante. Paso a varios corredores y trato de no mirar arriba para ir ganando metros sin pensar en que la cima no llega nunca.
Arriba no tardamos en coger un tramo de pista que nos deja en una zona rompepiernas con subidas y bajadas sobre pizarra suelta ya sobrevolando Piodao, presente a nuestra diestra ... pero todavía, bastante lejos de la línea de meta..
El tramo rompepiernas termina. En los últimos kilómetros he ido adelantando posiciones, algo que me anima a seguir dándole duro y no perder ritmo. Desde aquí tenemos una zona de descanso donde se puede correr y sirve de enlace con la última subida exigente de la prueba, la cual nos elevará hasta Colcurrinho. En este punto prácticamente llevamos una maratón en nuestras piernas y nos encontraremos el último avituallamiento antes de meta.
Paro tranquilo a comer y beber, estiro un poco y me dispongo a dar cuenta de una larga bajada hasta la pequeña aldea de Foz de Égua, idílico lugar, especial, un verdadero lujo poder correr y sobrepasar viejos puentes de piedra entre las típicas casas de pizarra a la que ya nos vamos acostumbrando... pero antes de llegar hasta aquí la bajada tiene miga. Los primeros metros librán bastante desnivel, por zona técnica de piedra suelta que nos dejará en una pista que te castiga y te castiga y te va comiendo las pocas fuerzas que quedan a base de una sucesión de "zetas" con la pendiente justa para poder ir rápido sin arriesgar.
En Foz de Égua noto que las fuerzas van justas y aunque quedan poco menos de 4 kilómetros la mayoría del terreno es asecendente y me va a costar.
Pongo mi ritmito por un bonito sendero que remonta el valle acompañado de las aguas de un pequeño arroyo hasta retomar las calles de Piodao y volver a elevarnos hasta la meta, en el Hotel Inatel de Piodao. Son 4 kilómetros y algo más de 300 metros positivos que se me hacen largos y pesados, a pesar de tener la pequeña motivación de adelantar a algún otro corredor que va completamente fundido. El terreno no es excesivamente duro y se puede correr, pero nunca pense que se me haría tan pesado mentalmente, aunque la parte más dura sin lugar a dudas, es la ascensión final desde Piodao hasta el hotel.
Tiempo final 5 horas y 55 minutos para superar 50 kilómetros y 2800 metros de desnivel positivo.
La prueba está bien organizada, con una correcta señalización, un buen grupo de voluntarios y unos avituallamientos más que suficientes, variados y abundantes sin límites de cuanto y que puedes coger. Del mismo modo el precio de inscripción fué más que económico si lo comparamos con los precios que manejamos hoy en día en España, por lo tanto, me parece una prueba más que recomendable para salir de nuestras fronteras y disfrutar de nuevas zonas, a la vez que aprovechamos para hacer algo de turismo.
Estos días por la zona me sirvieron para conocer algunos tramos de la prueba, algo siempre interesante, y me permitió ver que la salida iba a ser rápida y algo peligrosa por el terreno estrecho y en bajada hasta la aldea de Piodao.
La prueba comienza elevada sobre Piodao, desde el hotel Inatel, ofreciendo una buena panorámica de la aldea con su escalonada agrupación de casas de negra pizarra, ventanas blancas y marcos de color azul, que entran en contraste con las pequeñas iglesias blancas. La panorámica es muy vistosa y nos permite viajar en el tiempo a otras épocas. Pero aunque Piodao es el lugar más afamado dentro de esta zona de aldeas típicas portuguesas, durante los 50 kilómetros de carrera descubriremos otras pequeñas aldeas llenas de encanto, donde las gentes mantienen una forma de vida casi ancestral y parecen verse ajenos a que la carrera pase entre sus callejuelas negras.
Llego pronto a la zona de salida para coger un buen sitio para dejar el coche. Este tal vez sea el punto más importante a mejorar por la organización ya que la zona no ofrece ningún parking adicional a los ya excasos existentes, por lo que, si no llegas pronto dejas el coche ocupando media carretera. Tampoco parece tener mayor problema este punto, ya que lo hace todo el mundo a pesar de todos los medios de seguridad que hay en la zona, que en ningún momento dijeron nada ni tomaron ninguna medida.
La salida tal y como era de imaginar, fué rápida y agitada. No parece que nos queden 50 kilómetros por delante y de forma vertiginosa descendemos hasta las calles de Piodao. Entre senderos con subidas y bajadas enlazados con escaleras de piedra y entre pequeñas agrupaciones de casas vamos recorriendo los primeros kilómetros a buen ritmo. Controlo pulsaciones para no pasarme y pagarlo más adelante.
Llegamos a la aldea Chas de Egua, kilómetro 5 de la prueba. Cojo un trozo de naranja en el avituallamiento sin prácticamente parar. Desde aquí dejamos la zona más estrecha y enrevesada en busca de una pista ancha y larga que durante 5 kilómetros nos permitirá acumular unos 700 metros positivos, con una pendiente constante que te permite correr pero que te va quemando poco a poco.
En la cima, dejamos la pista y nos metemos en un sendero con piedra, no muy técnico y que tampoco pierde gran desnivel en su inicio, lo que permite seguir a buen ritmo durante bastantes kilómetros sin dar tregua para beber o comer algo.
Tras un repecho, sobre el kilómetro 12, la bajada se vuelve algo más técnica y con mayor pendiente en busca del segundo avituallamiento en la aldea de Malhada Chá.
Relleno los bidones, como un trozo de plátano y cojo un puñado de frutos secos que me voy comiendo en los siguientes metros según dejo atrás las calles de esta pequeña aldea y me aproximo a las primeras rampas de otra dura subida que me hace ir ganando metros con un camina-corre conservador, ya con la mirada fija en los molinos de viento que pueden verse en la zona alta de la subida.
Una vez que se deja atrás la estrecha y pedregosa senda que tomamos en las afueras de Malhada Chá, accedemos a una pista que permite correr algo más constante, solo siendo necesario hacer pequeñas paradas para caminar y recuperar un poco el aliento y no gastar de más.
Al final de la subida alcanzamos la cota máxima de la prueba, situada en los 1400 metros, habiendo añadido 600 metros de desnivel positivo. La pista continua por algo más de 2 kilómetros, ahora por vertiginosa bajada donde hay que ser cauteloso con no cargarnos mucho, ya que aquí se vuela y en algunos momentos voy por debajo de 4 min/km sin darme prácticamente cuenta.
La parte final de la bajada es muy empinada, lo que junto con un terreno movido y bastante piedra suelta, la hacen bastante técnica y exigente para los cuadricepts.
Estoy a punto de alcanzar la mitad de la carrera. El terreno se vuelve algo más rompepiernas con subidas y bajadas por sendero en busca de un pequeño tramo de carretera que nos servirá de enlace para llegar a la aldea de Covanca.
En Covanca paro en un pequeño avituallamiento a coger un poco de agua y aprovecho para tomarme el primer gel (Hydro gel de PowerGel).
Más terreno de piedra, subidas y bajadas y otro enlace de algunos metros por carretera nos acercan al kilometro 30 de carrera, coincidiendo con la entrada en otra nueva aldea: Fórmea.
Aquí el avituallamiento es un lujo, Hay absolutamente de todo incluyendo, frutos secos, galletas, frutas, miel, bocadillos de carne a la barbacoa. No suelo comer tan sólido en las carreras ... pero en esta ocasión, extrañamente, a mi cuerpo le apetece y cojo un trozo de bocadillo que me voy comiendo en la escalinata que nos eleva por encima de la pequeña aldea ... me sabe a gloria. También me ofrecen cerveza ... pero eso va a ser un exceso.
Con mi bocadillo subo las escalinata que nos eleva sobre el pueblo para ir en busca de una subida que exige andar y andar durante unos 3 kilómetros de una subida que se pega y se hace larga, muy larga.
Tres kilómetros de subida de esas que se pega, por zona técnica y un inclinación pronunciada, es el siguiente hito que hay que superar. No queda más remedio que andar, andar y andar, es lo que tengo por delante. Paso a varios corredores y trato de no mirar arriba para ir ganando metros sin pensar en que la cima no llega nunca.
Arriba no tardamos en coger un tramo de pista que nos deja en una zona rompepiernas con subidas y bajadas sobre pizarra suelta ya sobrevolando Piodao, presente a nuestra diestra ... pero todavía, bastante lejos de la línea de meta..
El tramo rompepiernas termina. En los últimos kilómetros he ido adelantando posiciones, algo que me anima a seguir dándole duro y no perder ritmo. Desde aquí tenemos una zona de descanso donde se puede correr y sirve de enlace con la última subida exigente de la prueba, la cual nos elevará hasta Colcurrinho. En este punto prácticamente llevamos una maratón en nuestras piernas y nos encontraremos el último avituallamiento antes de meta.
Paro tranquilo a comer y beber, estiro un poco y me dispongo a dar cuenta de una larga bajada hasta la pequeña aldea de Foz de Égua, idílico lugar, especial, un verdadero lujo poder correr y sobrepasar viejos puentes de piedra entre las típicas casas de pizarra a la que ya nos vamos acostumbrando... pero antes de llegar hasta aquí la bajada tiene miga. Los primeros metros librán bastante desnivel, por zona técnica de piedra suelta que nos dejará en una pista que te castiga y te castiga y te va comiendo las pocas fuerzas que quedan a base de una sucesión de "zetas" con la pendiente justa para poder ir rápido sin arriesgar.
En Foz de Égua noto que las fuerzas van justas y aunque quedan poco menos de 4 kilómetros la mayoría del terreno es asecendente y me va a costar.
Pongo mi ritmito por un bonito sendero que remonta el valle acompañado de las aguas de un pequeño arroyo hasta retomar las calles de Piodao y volver a elevarnos hasta la meta, en el Hotel Inatel de Piodao. Son 4 kilómetros y algo más de 300 metros positivos que se me hacen largos y pesados, a pesar de tener la pequeña motivación de adelantar a algún otro corredor que va completamente fundido. El terreno no es excesivamente duro y se puede correr, pero nunca pense que se me haría tan pesado mentalmente, aunque la parte más dura sin lugar a dudas, es la ascensión final desde Piodao hasta el hotel.
Tiempo final 5 horas y 55 minutos para superar 50 kilómetros y 2800 metros de desnivel positivo.
La prueba está bien organizada, con una correcta señalización, un buen grupo de voluntarios y unos avituallamientos más que suficientes, variados y abundantes sin límites de cuanto y que puedes coger. Del mismo modo el precio de inscripción fué más que económico si lo comparamos con los precios que manejamos hoy en día en España, por lo tanto, me parece una prueba más que recomendable para salir de nuestras fronteras y disfrutar de nuevas zonas, a la vez que aprovechamos para hacer algo de turismo.
lunes, 14 de marzo de 2016
CRÓNICA TRES VALLES 2016
Foto: artedeportivo.com |
La Alberca, ese pequeño pueblo cargado de historia, ese pequeño pueblo en la Sierra de Francia que ha sabido mantener su carácter rural impidiendo que el tiempo consumiera el aspecto tan tradiconal, es el punto perfecto para albergar la carrera, a la vez, que aprovechamos el viaje y pasamos un excelente fin de semana disfrutando de su gastronomía, parajes de gran valor y agradables paseos por calles de piedra que nos transportarán a otra época.
Desde la Plaza Mayor da comienzo la prueba, subimos entre callejuelas en busca de la pista fácil que nos llevará en busca de la Peña de Francia. De inicio el ritmo es endiablado y tengo que cortarme un poco por no castigarme de más. Para mí, es imposible seguir ritmos tan vivos y sabiendo que luego lo pagaré, me relajo y veo como me va pasando gente.
Unos kilómetros más adelante el terreno se pone más interesante, con fuertes pendientes por cortafuegos y alguna zona de sendero. El viento sopla suave, sin molestar, aunque si con la sensación de fresco al llegar a la zona alta de la Peña de Francia.. Me subo los manguitos, paro a comer algo en el avituallamiento y comienzo una bajada larga y técnica en su parte inicial. Más adelante, poco a poco la senda se vuelve más sencilla y muy disfrutona con zonas rápidas que enlazan varias zetas en busca de la base del valle.
Continúo durante algunos kilómetros de sendero fácil con algún sube y baja sin mayor transcendencia. Hemos formado un grupito de tres corredores y nos vamos márcando un ritmo constante en busca de la siguiente subida de la jornada ... y menuda subida.
En la primera parte del tramo de subida (cortafuegos) aprovecho para beber tranquilo y tormarme un gel. La zona anterior no dió respiro y es ahora el momento perfecto para reponer un poco y tomarmelo con algo de calma, todavía queda mucho por delante.
Poco a poco voy cogendo el ritmo y voy adelantando corredores. Llagamos a un pequeño descansillo y delante de nosotros aparece una pared de piedra, de esas que miras de reojo buscando algún corredor y ver si se sube o no por ahí ... la respuesta es casi siempre la misma ... sí, se sube por ahí: #magnetotermia.
Piedras piedras y más piedras (para los que seais de Madrid muy similar a la subida a cabezas de hierro desde Cotos), aunque me encuentro bien y sigo a buen ritmo subiendo y ganando metros ayudándome con las manos en los salientes de roca que voy encontrando a mi paso.
Desde arriba es espectacular, realmente merece la pena parar un instante, respirar y disfrutar de un entorno privilegiado.
En busca del avituallamiento de Los Puertitos me lanzo por una bajada técnica, con piedra y vegetación baja que impide ver bien donde y como pisas. En el avituallamiento aprovecho para comer algo de fruta, beber y llenar un poco de agua los bidones. Entramos en una zona del valle donde la temperatura subirá notablemente y hay que hidratarse bien para no pargarlo más tarde en la subida final.
Desde Los Puertitos tenemos siete kilómetros muy técnicos hasta el siguiente avituallamiento situado en el Monasterio de las Batuecas. Aquí hay que agradecer la ayuda de los voluntarios, perfectamente ubicados en las zonas más complicadas donde te ayudaban a tensar las cuerdas o te indicaban el lugar correcto para pasar. Técnico, pero realmente bonito y con una sensación de disfrutar, disfrutar y disfrutar entre bajadas con tierra suelta, piedras, pasos elevados, zonas de cuerda sobre piedra mojada, trepadas ... llegué perfecto de fuerzas y lo disfrute, en solitario a mi ritmo y sin abogios. Pero ojo, como llegues aquí tocado, se puede sufrir mucho y estos siete kilómetros se pueden hacer interminables.
En la zona del Monasterio hay bastante público animando, algo que siempre se agradece. Aquí está ubicado otro de los avituallamientos, paro a beber y me tomo otro gel. Se que la subida final es exigente, y aunque no queda mucho en kilómetros se que me llevará bastante tiempo.
La última subida es una sucesión de zetas con piedra suelta en una zona muy abierta desde la que se puede ver perfectamente el valle y las montañas que nos rodean. Es constante, y la pendiente permite ir corriendo, las fuerzas son las que ya no acompañan, y aunque en general me encuentro bien, los kilómetros pesan y la piernas ya empiezan a notar la carga de todo el trabajo acumulado. No obstante trato de ser perseverante con un CACO que me permite ir cogiendo a algunos corredores que tenía por delante y dejarlos atrás.
Llego arriba, bebo y me lanzo hacia la bajada final. Son unos kilómetros que transcurre entre zonas de campo através y algún tramo de pista. Paso a otros dos corredores, otro me adelante con una potencia envidiable a estas alturas de carrera, y casi sin darme cuenta estoy en las calles de La Alberca, con el bullicio de la gente que anima los últimos metros de esta gran carrera.
Al final 4 horas y 39 minutos, posción 46 de la general y 24 de mi categoría, en una carrera con mucho nivel que me ha dejado un gran sabor de boca y las ganas de participar en las próximas ediciones.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)